7 de noviembre de 2012

Mi experiencia en el l Triatlón Cabo de Gata


Como punto de partida de esta crónica, comentaré que el fin de semana se presentaba pasado por agua. Después de tantos meses preparando la competición, parecía que iba a ser el peor día para estrenarme en un "half ironman". Llegamos a San José el sábado al medio día, día de perros... A pesar de ello se pronosticaba un buen tiempo para el día de la prueba. Almuerzo en una pizzería en la que creo estábamos todos los triatletas, siesta y asistencia a la charla y la reunión técnica donde nos comentaban los puntos de la carrera, sus curvas peligrosas y organización. Todo genial y, como esperaba, pensé "Voy a sufrir de cojo(...)".
Generalmente la noche antes de una prueba intento dormir bien y descansar, pero no siempre lo consigo. Vueltas y vueltas, nervios... como el que va al matadero. La bici prefiero dejarla el día de la prueba, si me dejan, como es el caso. Después de una noche movidita, a las 6.15 suena el despertador. ¡Uf! ¡Estómago cerrado y esfínter bien abierto! El desayuno va entrando bien, no hay otra: 5 horas de esfuerzo a piñón no es poca cosa. Cuando voy acercándome a boxes, todavía de noche, el ambiente me anima. Llevo mis cascos puestos, con la música que me gusta para evadirme y concentrarme. Ya hace rato desconecté de todo: bici en boxes, casco bien situado, zapatillas, geles, todo en el orden en el que voy a utilizarlo y automatizado cada movimiento para el triatlón que se avecina.

Hace buen día. Con el neopreno puesto, me dirijo junto a los demás a probar el agua. A 20 minutos de empezar la prueba, sólo necesito una toma de contacto con el agua, estirarme y prepararme. Lo que menos me gustó fue el "alinearnos" por orden de dorsal, filas y que, luego, nos llamaran uno a uno hasta la cámara de llamada; ya me estaba enfriando.
Ya agrupados intento visualizar algunas caras conocidas entre gorros y gafas, poco claras, para agruparme y mantener el ritmo. Veo que otros sí se pegan a mi, han tenido más suerte, porque yo voy a la aventura; no visualizo a nadie con quien emparejarme. En la salida, adrenalina a tope, controlando la mente, frenando. Es increíble lo clara que está el agua; veo a todos los triatletas nadando, sin olas. Consigo coger un buen grupo y mantenerme sin esfuerzo, son dos vueltas y hay que dosificarse, además de guardar para el segmento de bici y carrera a pie. Sensaciones muy buenas... Salgo en un grupo y mi primera sorpresa es ver a mi mujer mirándome y preguntándome "¿Bien?" un tanto preocupada. Y, segunda sorpresa: la verdad es que estoy de escándalo tras 1.9 km nadando. Cuando llego a boxes entiendo su extrañeza: he salido en muy buen grupo, casi todas las bicis están allí aún. La pobre pensó "Éste ha salido reventado".

Sorpresas y percances del Triatlón

El primer percance, tras una transición fluida, aparece a los dos kilómetros, cuando al cambiar de plato grande a pequeño, la cadena se sale.¡Ostia no!... Intento ponerla, nada, me paro... y finalmente la coloco. En esto me han pasado tres. Bueno, a recuperar.
El recorrido me encanta, el avituallamiento también, el personal del Triatlón señalizando las curvas, de escándalo. Tan sólo la dureza de la bicicleta, con el viento en contra, esa es la única pega. El itinerario en bici es increíble, se puede divisar el mar desde lo más alto. Se me hace llevadero, pero tengo ganas de pasar a la carrera a pie. De hecho, en la transición veo muchísimas bicis, "¡Uf, me he columpiado en este segmento!".
Cuando veo la zona de boxes del Triatlón todo sucede en segundos: pies fuera de las zapas, salto antes de línea, correr, poner bici, colocar dorsal bien, quitar casco, zapas y a volar... Bueno lo de volar es relativo porque... Rápidamente me incorporo a carrera y pienso que ahora empieza lo bueno, es la parte que mejor domino, la que más aguanto y rápido voy. Pero, otra sorpresa más: al poner el pie en el suelo un dolor increíble de lumbares. ¡Lo que faltaba! ¡Piano Carlos, piano!
Voy contando los pasos los kilómetros para poder coger el ritmo deseado y en los kms 6-7 por fin el milagro; desaparece el dolor y voy a ritmo. Hasta ahora no me ha hecho falta casi nada de avituallamiento. Todo lo llevaba yo: mis geles, sales, etc. ¡Viento del carajo! Empiezo a dejar gente atrás, me siento a gusto, en mi ritmo de competición, pero me doy cuenta rápido del tiempo perdido,. Me digo "¡Vamos a pasar gente!" y empiezo a mentalizarme: "Sólo faltan 10, dos series de 5...", y funciona.
Qué deciros de la sensación y sentimientos qué se me pasan por la mente al ver la línea de meta, al encontrar a dos kilómetros a gente que te anima. "¡Ya has terminado, enhorabuena!". ¡Eso es un aliento de vida!!! Muchas gracias a esas personas que terminaron conmigo la competición y me animaron, a esos niños que salen en la foto antes de la llegada, con esa sonrisa -medio de admiración medio de felicidad- aplaudiendo. Mi experiencia en el l Triatlón Cabo de Gata ha sido increíble. No tengo quejas. Tan sólo pienso que la próxima vez MÁS Y MEJOR. Por hoy me conformo con ese puesto 97 en 5 horas 06'.
Mi más sinceras felicitaciones a la organización y voluntarios de este recién nacido triatlón. ¡Muy buen trabajo! Y ¡que dure muchos más!

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